sábado, 23 de enero de 2021

Un tiempo

Hace falta estar mal, para estar bien, parece.

Hay un tiempo entre nosotros,

los minutos se hacen años.

Y me pregunto, ¿qué serán las horas?


Han pasado ya tres años,

de altos, bajos y llanuras.

Pero nunca había estado tan abajo. 

Las agujas, frías, puras,

del reloj de media tarde me hacen daño.

Y no hay espacio, tamaño,

que acelere este trabajo.


Yo te quiero, tú me quieres.

Eso creo, aunque mi querer sea sonoro,

y el tuyo, más callado.

Un rayo de luz, eso eres.

Pero ahora, en mi silencio inacabado,

no te escucho, y solo lloro.


Saltando de llanto a puño en el pecho.

De estar vacío, a lleno de angustia.

Sin saber cuando acaba este suplicio.

Y ahí estás, contemplando el precipicio.

Sin saber si lanzar la rosa mustia

que te di, y que ahora muere de despecho.


Solo pido una palabra, pero claro,

es demasiado.

Lo que quieres no es mi voz,

es un espacio improvisado,

en el que mi presencia sea ausente

y en el que poder pensar, al fin,

libremente.


Cuando vuelvas, o si vuelves.

Te estaré, no deseando,

sino más bien, esperando.

Ha pasado un tiempo largo.

Quizás corto, no es seguro.

No queremos lo mismo, pero 

nos queremos igualmente.


Y qué hacer con este tiempo

que ahora tengo entre las manos,

que antes estaba entrelazado

por las tuyas.

Dices que quieres tiempo, y te lo doy.

Pero yo te quiero cerca,

cuerpo a cuerpo, enamorado.

Soy así, y así es que soy.


Eres mi melodía en las mañanas,

mi nana en las noches oscuras.

Mi hormigueo entre las sábanas,

Diamante entre las basuras.

Queda mucho, queda poco,

tiempo al lado tuyo.

No sé cuánto, ni lo intuyo.

Pero al menos sé una cosa.

El tiempo que sea, será feliz.

Y el tiempo que quede, será nuestro.


Tu ausencia es una daga,

aserrada, en veneno embalsamada.

Cada minuto que pasa, más profundamente 

hundida entre mis carnes. A la zaga,

va mi cuerpo interrumpido,

sin ti, demente.

Libre del hechizo de Cupido,

no sabe si clamar por su amada, 

o enterrarse en la tierra decadente.


Eres lo más importante,

pero nada es perfecto.

Yo cambio, tú cambias.

Contemplando el cielo abierto,

no soy el mismo que hace años.

Ni eres tú la misma.

Y si aún así nos queremos,

dos personas diferentes,

compartiendo vida, mentes,

quizás es suficiente. 


Quizás, la vida compartida es dura,

pero duela lo que duela, 

un segundo a tu lado,

un instante en tu sonrisa,

me basta para estar vivo,

me basta para abrir los ojos,

respirar la suave brisa,

y dar gracias al mundo

por tenerte.