lunes, 29 de mayo de 2017

Yoré

Un año de ojos cerrados
y heridas abiertas, se me
ha pasado volando
aunque intenté cortar sus alas.

Trescientos sesenta y cinco
días de sueño y llanto.
Trescientos sesenta y cinco
noches de derrota.

Tantos y tantos intentos
de dar un paso.
Y tantos y tantos muros
nuevos construidos 
con piedras de los viejos. 

Dos corazones rotos.
El de carne y tripas.
el de agua y azúcar,
tirado en la basura.
El de engranajes y acero
oxidado por la sangre
que caía del primero.

Ha reptado tanto tiempo
entre las cañerías de
mi casa abandonada.
Ha goteado, con dolor
y sin ritmo, tanto lodo
entre las patas de mi cama.

Y es que ahora sé, quizás
demasiado tarde, que hace
falta un espejo roto para
reflejar el mundo tal y 
como es. Absurdo, parcial
afilado. Hace falta un alma
rota para hacerme y hacernos
saber que hay pena en el
fondo de tanto. Que hay 
tanto, que en el fondo,
simplemente no vale
la pena.

lunes, 22 de mayo de 2017

Adiós

Creo que despedirse,
no puede ser tan malo,
si la otra opción es seguir
adelante, solo.
Hablar al vacío ha sido
bonito durante un tiempo,
pero ahora se vuelve contra
mí y no me deja ver.

Tengo cosas que hacer.
Mundos que ver,
pruebas que superar,
gente que conocer.
Y no me ayuda seguir
aquí, no me ayuda
seguir vomitando en este
váter desagradecido.

Tengo cosas que hacer,
ojos que cerrar,
palabras que abandonar.
Aunque duele, ya
no puedo seguir tirando
de este peso muerto.
Volveré, lo sé, porque
a todos nos atrae el
olor a podrido.
Por ahora, de todas formas,
adiós.

viernes, 19 de mayo de 2017

¿Dónde estáis?

Me estoy empezando a rendir,
y tengo miedo.
Las palabras se me alargan
en la boca, y los titubeos
son ahora más defensa propia
que prisa.

A veces cierro los ojos
para no ver más lo mismo.
Las mismas páginas,
los mismos sentimientos
invisibles.

Hablo solo y sigo esperando
contestarme a mí mismo.
Se me escapan las conversaciones
de entre los labios, se deslizan
entre mis manos y desaparecen,
como haciendo recíproca
mi falta de interés. Y lo siento.
Lo siento demasiado.

Me falta música, y todos
lo sabemos. Me falta música
que rellene los miles de huecos
que quedan entre mis gritos.
Que me recuerde para qué
estoy haciendo esto, para qué
saco lo mejor y lo peor. Todo
lo que me queda y para qué
lo tiro con desprecio a donde
nadie lo vea.

Os digo que hablarse a uno mismo
es sano, pero seguir gritando
después de tres meses a un
público invisible no lo puede ser.
No puede serlo. Porque han
pasado muchos días. Muchas
explicaciones y más llantos
secos de papel y tinta, y mi
única respuesta ha sido el
silencio.

Ya he visto clavado en mi carne
el conocimiento de que no
hay persona más sola
que la que, en medio de la
multitud, pregunta
y no recibe respuesta.

La calma es la peor condena
del que implora. Un mundo
inmóvil no salva al que sufre,
un mundo callado no flota en
un mar de dudas.

 ¿Hay alguien?

Hablar al espejo es costumbre
entre los cuerdos. Hablar a la nada
es el último recurso de los
que se ven perdidos.
Pero la nada no contesta.
Y la gente, por lo general,
tampoco.



miércoles, 17 de mayo de 2017

.

Estoy cansado
de que mis muros
me tapen la luz.
Pero se está
tan cómodo,
tan seguro,
tan solo,
dentro.

La luz

Se escapa la luz entre los tejados
y comienza mi parte favorita 
del día. La callada. La honesta.
En la que no te puede engañar
la vista, porque no dependes
de ella.
La parte de lo roto, de los
pedazos. La parte de las verdades
susurradas al oído y las mentiras
que se hacen verdaderas.

Se oculta el sol entre los sueños
y el sueño de cuatro mil millones
de personas. Los pájaros vuelan
bajo y lo único que dicen es
que ya no queda más día que vivir.
Más vida que exprimir
a un intento agotado de ser.
No se ve. pero se siente, se
escucha. Los engaños que obviamos
en ceguera sustituyen a la 
responsabilidad constante de
atender a lo que es.
Sabiendo ya que eso es lo que menos
merece ser atendido.

Muere la luz y empieza el momento
del sentimiento. El chirrido de las 
bisagras y el asalto de la memoria.
Comienzan diez horas de ojos cerrados,
cerrados por ver lo mismo que
abiertos. 

Llega, suave, inesperada, el alba
de las esquirlas. De las baratijas partidas
que valen más destrozadas que íntegras,
como en una especie de retorcida
sinergia inversa. Tan íntegras como el
más sano de los humanos. En menos 
pedazos que la más estable de las mentes.
Con menos preocupaciones que un cadáver.

Quizá por eso nos gustan tanto las botellas
agrietadas que nos vigilan desde el suelo.
Quizá porque valen más rotas, reflejando 
la luz de la noche en su imperfección,
que enteras y llenas y aburridas.
Quizá por eso nos gustan tanto los cristales
rotos, porque nos recuerdan que un espíritu 
quebrado brilla más en sus fracturas
que la luz del astro rey en mediodía.

lunes, 15 de mayo de 2017

Gritando al papel

Hoy está muriendo.
Quedan cincuenta agónicos
minutos de día y cuento
los segundos que restan
para que acabe.

Hoy está tirado en el suelo,
apuñalado por la espalda
con la daga de mañana.
Preguntándose que por qué
ahora. Que por qué, a secas.
Que por qué tiene sus días
fijados en minutos, que
por qué le ejecutamos.
Que por qué no será
quince de mayo de dos mil
diecisiete nunca más.

Y no sabemos contestarle.
No sabemos si callar y
dejar que se aleje en silencio,
avergonzados de matarlo
pero con más miedo de que
los demás vean tristeza en
nuestros rostros. Somos esclavos
de la opinión de los demás,
y la nuestra es dueña de los otros.

Hoy se me ha pasado rápido.
He sido, he trabajado y he vivido
como son, trabajan y viven
las personas, en silencio.
Pero nadie quiere ser persona.
Todos soñamos con mentiras,
con mundos de ilusión en
los que nunca existimos callados.
En los que más que palabra
somos grito de desafío al que
se atreva a privarnos de la fantasía.

Quizá por eso escribo. Quizá
por eso leo y por eso cierro
los ojos y me veo lejos y cerca.
Quizá por eso llevo tanto tiempo
sin soñar, porque gasto mis deseos
en las palabras sobre la pantalla.
Quizá por eso veo mis párpados
negros y mi mente callada en
la oscuridad. Quizá por eso escribo,
porque el hombre es esclavo de sí
mismo, y no hay esclavo más
callado que el recuerdo de palabras
sin pronunciar sobre hojas
de papel y tinta vieja.

sábado, 13 de mayo de 2017

Filos

Me partió el corazón
en tantos pedazos,
que, aunque intenté
barrerlos del suelo,
nunca dejé de clavarme
las esquirlas que quedaron
en mis pies descalzos

por confianza.

martes, 9 de mayo de 2017

Not

That world of yours is not real.
For as much as you've tried to
make it true.
For as much as you've suffered
making it ours, it is not.

Some things are to deeply hidden,
some things wish not to be found,
even if we want them to.
Some things we try to unravel, only
to discover that, maybe, there are
creatures inside of us we can't 
even begin to understand.

sábado, 6 de mayo de 2017

Alberto

Hoy he visto por la calle
a un antiguo amigo,
pero he temido.
He retrocedido como herido
por la posibilidad de hablar
a una persona que llevaba
ya cuatro años olvidada.

Cobarde. Cobarde mundo
aquel que me recuerda dónde
estuve, y cobarde yo por
escapar de las palabras
de quienes me saben pequeño.
Cobarde yo por escribir
mis errores y no enmendarlos.
Por cerrar los ojos y abandonarme
en una oscuridad sin consecuencias.

Y ahora corro,
acelerando el paso ante
la evidencia de que ya no
soy lo que era. Mirando
atrás con la esperanza de
que fuera falso, de que
la lanza de la memoria
hubiera errado de nuevo.
Pero no, no se puede
olvidar si no se quiere,
y yo deseo este castigo
para mí sin duda alguna.

Hoy he visto por la calle
a un fantasma de mi pasado.
Hoy he visto por la calle
al cadáver de mis recuerdos,
y parecía más vivo que yo.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Oro parece

Al principio dudé,
durante mucho tiempo.
No supe
si había diferencia entre
ganar,
y que los demás no supieran
que había perdido.

Me hundí,
y llevo hundido mucho tiempo
en la certeza
de que ganar
es aplazar la derrota
más tiempo
que los demás.

Ahora estoy
corriendo
y aunque sé más
de victorias
y derrotas
que ayer
sigo sin tener
ni idea
de cómo se gana.

Aunque creo
que no vale
la pena
ahondar en palabras
muertas
recuerdo que,
hace mucho,
mis victorias,
no sabían,
a hiel.