Joder con la lluvia y el sol
turnándose el joderme,
a base de golpe de calor y
mar de gotas.
Los días de playa y baño se
hacen tan largos, siendo cuatro
o cinco.
No me gusta, no nos gusta
arder en la hoguera de arena
como sacrificios a un dios
de vacaciones perfectas.
Perfecta tortura y perfecta
esperanza achicharrada.
Muy hecha, carbonizada.
Ahora estoy colgado boca abajo
en la bandera verde para que
gotee mi sangre a un cubo de
chiringuito desde la herida en
mi cartera.
Me dijeron que el infierno no
existía pero ahora no estoy tan
seguro.
Un año currando y partiéndome
la espalda y otras cosas para acabar
entre paredes de blancas y banderas
más blancas aún.
jueves, 29 de junio de 2017
martes, 20 de junio de 2017
Si ser no fuera forzoso
Hay cada vez más lagunas de olvido y felicidad
entre las noches que decido recordar cómo era.
entre las noches que decido recordar cómo era.
Hay cada vez más espacio entre los suspiros que,
despacio,
se arrastran entre semanas de yo sin yo.
Hay cada vez más mañanas que valen tanto
o más
que mil palabras,
más mañanas que perder sin remordimientos.
Pero aquí estoy de nuevo,
cargando con y contra el muro de la indiferencia.
Aquí estoy de nuevo,
con los ojos claros y tranquilos,
la mente calma
y la seguridad de que entre tantos soles nuevos
y lunas viejas
encontraré algo que olvidar llorando.
Ahí sigues,
pero no sé qué hace falta para
encontrar tu corazón perdido.
No sé cómo decirte que el espejo
de tu mente está partido,
que la autoestima no se gana,
se recibe.
Que por mucho que intentes tener miedo,
hay personas que no pueden ser temidas
por obligación.
miércoles, 7 de junio de 2017
domingo, 4 de junio de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
Yoré
Un año de ojos cerrados
y heridas abiertas, se me
ha pasado volando
aunque intenté cortar sus alas.
Trescientos sesenta y cinco
días de sueño y llanto.
Trescientos sesenta y cinco
noches de derrota.
Tantos y tantos intentos
de dar un paso.
Y tantos y tantos muros
nuevos construidos
con piedras de los viejos.
Dos corazones rotos.
El de carne y tripas.
el de agua y azúcar,
tirado en la basura.
El de engranajes y acero
oxidado por la sangre
que caía del primero.
Ha reptado tanto tiempo
entre las cañerías de
mi casa abandonada.
Ha goteado, con dolor
y sin ritmo, tanto lodo
entre las patas de mi cama.
Y es que ahora sé, quizás
demasiado tarde, que hace
falta un espejo roto para
reflejar el mundo tal y
como es. Absurdo, parcial
afilado. Hace falta un alma
rota para hacerme y hacernos
saber que hay pena en el
fondo de tanto. Que hay
tanto, que en el fondo,
simplemente no vale
la pena.
lunes, 22 de mayo de 2017
Adiós
Creo que despedirse,
no puede ser tan malo,
si la otra opción es seguir
adelante, solo.
Hablar al vacío ha sido
bonito durante un tiempo,
pero ahora se vuelve contra
mí y no me deja ver.
Tengo cosas que hacer.
Mundos que ver,
pruebas que superar,
gente que conocer.
Y no me ayuda seguir
aquí, no me ayuda
seguir vomitando en este
váter desagradecido.
Tengo cosas que hacer,
ojos que cerrar,
palabras que abandonar.
Aunque duele, ya
no puedo seguir tirando
de este peso muerto.
Volveré, lo sé, porque
a todos nos atrae el
olor a podrido.
Por ahora, de todas formas,
adiós.
no puede ser tan malo,
si la otra opción es seguir
adelante, solo.
Hablar al vacío ha sido
bonito durante un tiempo,
pero ahora se vuelve contra
mí y no me deja ver.
Tengo cosas que hacer.
Mundos que ver,
pruebas que superar,
gente que conocer.
Y no me ayuda seguir
aquí, no me ayuda
seguir vomitando en este
váter desagradecido.
Tengo cosas que hacer,
ojos que cerrar,
palabras que abandonar.
Aunque duele, ya
no puedo seguir tirando
de este peso muerto.
Volveré, lo sé, porque
a todos nos atrae el
olor a podrido.
Por ahora, de todas formas,
adiós.
viernes, 19 de mayo de 2017
¿Dónde estáis?
Me estoy empezando a rendir,
y tengo miedo.
Las palabras se me alargan
en la boca, y los titubeos
son ahora más defensa propia
que prisa.
A veces cierro los ojos
para no ver más lo mismo.
Las mismas páginas,
los mismos sentimientos
invisibles.
Hablo solo y sigo esperando
contestarme a mí mismo.
Se me escapan las conversaciones
de entre los labios, se deslizan
entre mis manos y desaparecen,
como haciendo recíproca
mi falta de interés. Y lo siento.
Lo siento demasiado.
Me falta música, y todos
lo sabemos. Me falta música
que rellene los miles de huecos
que quedan entre mis gritos.
Que me recuerde para qué
estoy haciendo esto, para qué
saco lo mejor y lo peor. Todo
lo que me queda y para qué
lo tiro con desprecio a donde
nadie lo vea.
Os digo que hablarse a uno mismo
es sano, pero seguir gritando
después de tres meses a un
público invisible no lo puede ser.
No puede serlo. Porque han
pasado muchos días. Muchas
explicaciones y más llantos
secos de papel y tinta, y mi
única respuesta ha sido el
silencio.
Ya he visto clavado en mi carne
el conocimiento de que no
hay persona más sola
que la que, en medio de la
multitud, pregunta
y no recibe respuesta.
La calma es la peor condena
del que implora. Un mundo
inmóvil no salva al que sufre,
un mundo callado no flota en
un mar de dudas.
¿Hay alguien?
Hablar al espejo es costumbre
entre los cuerdos. Hablar a la nada
es el último recurso de los
que se ven perdidos.
Pero la nada no contesta.
Y la gente, por lo general,
tampoco.
y tengo miedo.
Las palabras se me alargan
en la boca, y los titubeos
son ahora más defensa propia
que prisa.
A veces cierro los ojos
para no ver más lo mismo.
Las mismas páginas,
los mismos sentimientos
invisibles.
Hablo solo y sigo esperando
contestarme a mí mismo.
Se me escapan las conversaciones
de entre los labios, se deslizan
entre mis manos y desaparecen,
como haciendo recíproca
mi falta de interés. Y lo siento.
Lo siento demasiado.
Me falta música, y todos
lo sabemos. Me falta música
que rellene los miles de huecos
que quedan entre mis gritos.
Que me recuerde para qué
estoy haciendo esto, para qué
saco lo mejor y lo peor. Todo
lo que me queda y para qué
lo tiro con desprecio a donde
nadie lo vea.
Os digo que hablarse a uno mismo
es sano, pero seguir gritando
después de tres meses a un
público invisible no lo puede ser.
No puede serlo. Porque han
pasado muchos días. Muchas
explicaciones y más llantos
secos de papel y tinta, y mi
única respuesta ha sido el
silencio.
Ya he visto clavado en mi carne
el conocimiento de que no
hay persona más sola
que la que, en medio de la
multitud, pregunta
y no recibe respuesta.
La calma es la peor condena
del que implora. Un mundo
inmóvil no salva al que sufre,
un mundo callado no flota en
un mar de dudas.
¿Hay alguien?
Hablar al espejo es costumbre
entre los cuerdos. Hablar a la nada
es el último recurso de los
que se ven perdidos.
Pero la nada no contesta.
Y la gente, por lo general,
tampoco.
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