lunes, 10 de abril de 2017

Agua dulce

Hoy he visto a un hombre 
intentando vaciar el mundo de algas.
Caña a caña, pez a pez,
repitiendo sus errores
como un salmo y haciéndolos
tan ciertos como la ignorancia
de su arte que enarbolo en mis palabras.

Hoy he visto el sol ponerse 
en la montaña, como temiendo
que le viera demasiado. Poco.
He visto el mar por primera
vez en tanto. Por primera vez
en el tiempo que cuenta.
El sol y el mar tan juntos.
tan separados, tan grandes y
tan pequeños ante mis ojos.

Hoy he visto y he sentido
la nana interminable del océano,
que traga a sus hermanos de
sal y de sangre. Huele a nuevo
y siente a viejo su lamento 
inhumano y cercano a la vez.
Llueve, en horizontal, acercándose
poco a poco a mi yo, a mi roca.
La marea traga y no devuelve,
mis palabras se ahogan en su
proximidad y sé que debo huir, 
porque de vivir aquí y de permanecer
en la serenidad de su recuerdo y su
presencia me perdería, me perdería
feliz de desaparecer entre sus olas.


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