a una tierra de oportunidades
perdidas. Huyo y sé que
mirar atrás no es opción
cuando lo que abandonas
es tan oscuro.
Todos tenemos un hogar.
Casi todos. A veces duele
verle desvanecerse, con
tantos recuerdos que,
tememos, se escapen
también sin un objeto
que los haga presentes.
Las palabras no valen
nada comparadas con
la realidad, y la
realidad es dura,
no perdona. Los hogares
huyen y con ellos
el pasado. Caemos
juntos al olvido
de la mente podrida.
Nos alzamos separados,
libres de nosotros.
Maldita memoria,
maldita mente que,
vacía y alegre se nos
da, rebosante y empapada
de lágrimas se nos quita.
Maldita mente.
Mente maldita.
Gracias por tu maldición,
no la olvidamos.
Aún.
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