viernes, 15 de septiembre de 2017

El miedo a ser uno de ellos

Y aquí quedo, tumbado.
Sin culpa ni gracia.
Sin tiempo ni ganas.
Sin aspirar a más
y esperando que el sonido
de mi respiración
pueda vencer al sueño
que me persigue.

Me acompaña una batería
fuera de tempo, una de
soldados que carga contra
un enemigo ciego e ignorante,
y otra que intenta hacer
avanzar un motor que lleva
demasiado tiempo roto.
Todas, todas están cubiertas
de óxido, de olvido cobrizo,
de palmadas en la espalda
que quedaron en tan poco.

Sé que debería sonreír por
todo lo que tengo pero
no puedo.
Sé que debería fustigarme por
las sonrisas y culparme por
las lágrimas.
Sé que lo que me habéis dado
es un regalo envenenado,
y aún así lo acepto agradecido.

Pero aquí sigo, sin moverme.
Atenazado por el miedo
o con temor a que el miedo
me asalte por sorpresa.
Hoy el cielo está parcheado de
añil y blanco.
De vez en cuando, entre las nubes
se ve el tenue resplandor de
una estrella que pugna por
hacerse notar, que ve su intento
destruido por criaturas suaves
e inofensivas.

Quizás no debería alzar tantos
muros a mi alrededor,
quizás no debería sentir para
adentro.
Quizás no debería pensar para
fuera.
Quizás debería abrir mis puertas
y que entrara quien quisiese.
Pero el miedo acecha, el miedo
a no ser yo, el miedo a perderme
en la marabunta humana, el miedo
a ser uno de ellos, el miedo a ser
uno de nosotros.

Quizás no debería alzar tantos
muros.
¿Pero cómo me protegería de
los cañones, los fusiles y las personas,
si no?




No hay comentarios :

Publicar un comentario