miércoles, 6 de septiembre de 2017

Gracias, noche

Siento el susurro de los grillos
que transpira la constante
melodía del silencio.
Siento el aire fresco entre
mis labios, siento su caricia
helada atravesarme el corazón.
Siento la luz triste de la luna
y su reflejo alegre en la piscina.
Las lámparas de bombillas
obsoletas y los LEDs de brillo nuevo.

Cierro los ojos y me encuentro
con un paisaje oscuro.
La tenue iluminación de mil estrellas
pugna por forzar su entrada en
mi mente, pero yo le abro la puerta.
El cedro anciano acompaña
con cariño al ciprés balbuceante,
el nogal llama con gritos callados
a la pícea, que le responde
con el frotar de hojas y el
sentir de raíces profundas y ancianas.

Abro los ojos y la oscuridad se ha
hecho noche. El viento, caricia
y el cielo, extensión infinita
de áspera y verde hierba.
Mis pies se asientan sobre un
tapiz sin fondo de luces vivas.
Mi mundo se invierte y soy
incapaz de notar la diferencia.
La hiedra se erige en imponente
muro de abundancia.
Mis ojos se aclimatan a este mundo
de maravilla, y las maravillas
se me hacen terriblemente familiares.

Sonrío porque sé que, aunque
espectador participo en
mi creación. La pájaros
llevan horas sin piar porque
saben que han entrado en
tierra del sosiego.
Sonrío porque sé que es hermoso
y escaso y mío. Pero mío y regalado.
Sonrío porque veo alzarse a los
pinos como intentando llegar un cielo
demasiado lejano.
Y sonrío porque veo al cielo
extender una mano compasiva
para acariciar a sus hijos.
Espero que nuestro mundo
se a digno. Espero que nuestro
mundo se haga digno.

Si cierras los ojos, la nariz y la boca,
si cierras las manos muy fuerte
y haces de tu mundo concentración,
se oye en la lejanía el susurro
borboteante del arroyo que
me acompaña, sin hacer ruido,
sin pedir nada, sin llamar la atención,
cada día. Cada noche.
Gracias. Gracias por tu silencio y
gracias por tu sonido.

La noche cae sobre mí como mis
pensamientos sobre tí, y sé que es
hora de dejar mi lugar a otro
soñador.
En los extremos de mis labios
esgrimo una sonrisa como escondida.
Sé que debo irme y sé que lo único
que me llevo es una curva oculta
en mi rostro.

Nunca quise nada más.

Gracias, noche.
Mi cuerpo se va, mi  mente se va.
Pero mis palabras permanecen.

Espero que sea suficiente.

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