jueves, 20 de abril de 2017

Tanta vida

Llevo tanto tiempo caminando,
que mis pies se han hecho acero
y la sangre que he dejado en el camino
queda como seco aviso
de las elecciones que tomé.
Las palabras que he escrito con sudor
en las paredes de mi acantilado
se borraron hace siglos.
Mis mentiras son aire,
como aire fue mi paso
por la vida y como aire
es mi recuerdo y nuestra ausencia.

Duele, Duele el lecho ardiente
del sendero. Duele el mar drenado
que rodea al aire y duelen los
cuerpos vacíos que me miran
sin consciencia y tan conscientes
de mi culpa. Mis espinos, los
clavos de memoria que han crecido
en mi pasado están atrincherados
en el suelo del futuro y no me dejan
escapar, Escapar de mis temores.
Escapar de mis recuerdos.

Tantos pasos se suceden en mi
roto caminar. Tantas lágrimas
benditas caídas en un suelo infértil,
en un suelo que no perdona por
no conocer el perdón. Y sigo andando.

Sigo arrastrándome, erguido. Paso
tras paso. Día tras día. Llanto abortado
tras llanto, abortado. Luces de noche
y ceguera tras años de oscuridad bajo el sol.
Tantos avances. Tantos retrocesos. Tanto
todo. Tanto que decir, tanto que recordar,
Atrás todo: seco, vacío. Todo libre de mí.
Llevo tantos años caminando, tantos años
sin mirar atrás, que mi cuello grita
y se revuelve de dolor cuando echo una
mirada fugaz a las ruinas que quedan detrás
mío. Tantos restos de lo que he sido.

El sufrimiento, como siempre,
devuelve mi mirada al frente.
Al horizonte, a la tormenta de polvo
de mi futuro, heredera del polvo de mi
pasado. Al sendero estrecho que se desenrolla
en mi sonrisa. En mi alegría. Llevo
mucho tiempo caminando, y no
me arrepiento. Llevo mucho tiempo
viendo tanto. Tanto tiempo. Tanta gente.
Tanta vida.


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