domingo, 30 de abril de 2017

Arsénico medicinal

Ahora  vuelvo. De nuevo.
En una cárcel con ruedas,
rodeado de tiempo que gastar.
Canciones viejas por nuevas,
se repiten en tonos forzados.
Los kilómetros se deslizan en
la ventana como culebras derrotadas.
Quizá quieran decir algo,
las miradas que me lanzan,
como desesperados, los otros.

Hablando de lo que no sabemos,
intentando fingir interés,
en los intereses de las bocas,
que no callan.
Hablando, hablando, afinando
mal y aposta. Mal y sin querer.
Haciendo de la intención olvido,
y del recuerdo que nos pueda quedar,
sueño, y sueño sin compartir.

Ahora es tiempo de silencio.
De palabras calladas, de súplicas
inferidas. Ahora se me hace largo
el espacio entre canciones de la radio.
¿Por qué? ¿Por qué acompaña el
ritmo mi tortura? Los cuchillos
hablan, pero no entiendo las heridas
como gritos, por mucho que la sangre
me traduzca los puntos de sutura.

Aunque hablo poco, y no os vea
ya tan a menudo, no olvido.
No abandono a quienes fuisteis
columnas en mis años de piedra.
Solo quedo, solo siento, para variar.
Para cambiar el aburrimiento por
desesperación. Para dar otra vuelta
a la habitación, esperando una idea
salvaje. Para pedir un mundo brillante
a una mente de piedra domesticada,
y volver al camino de baldosas,
de baldosas desteñidas y partidas.


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